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Muy de vez en cuando se cruza en nuestras vidas una película que no es parecida a ninguna otra. una película que no solamente pone ante nosotros un mundo que no conocíamos sino que tiene - además - la capacidad de influenciar la forma en que vemos al mundo una vez que atravesamos la experiencia de mirarla. su visiónado no nos aleja de la realidad: la reconfigura. porque el efecto que consigue mi vecino totoro sobre nosotros es el mismo que tiene el propio totoro sobre mei y satsuki: nuestra realidad queda desplazada durante el tiempo que esos factores - ya sean - según el caso - película o espíritus de la naturaleza - acaparen nuestra atención. lo que distingue a esta obra de un mero entretenimiento es que si nos entregamos a ella con la misma naturalidad y confianza con que mei trepa por primera vez al lomo de totoro - al emerger del mundo que nos plantea ya no seremos los mismos.